Psicología al volante: ¿Conducimos como vivimos?

Se afirma que la forma de conducir es una manifestación de la personalidad y que nuestro cuerpo dota de sentimientos al vehículo. Con una reflexión como disparador, presentamos un repaso de opiniones especializadas.

Especiales | conduciendo | 11/01/2013 | Compartir

Oí decir en una sobremesa que quien es prudente en su trabajo y con su familia lo es también al volante y que, en paralelo, quienes son irascibles en lo cotidiano son más propensos a sufrir accidentes viales. En este sentido, ¿es posible “descubrir” el carácter de una persona con sólo viajar a bordo de su automóvil?, ¿en verdad se conduce como se vive?, ¿es directa y llana la traslación? Aplicada en muchos países, la Psicología del Tránsito entrega validez a la mentada afirmación de sobremesa. Con base en la investigación de la personalidad de los conductores, se trata de una estrategia preventiva que procura detectar las variables del carácter que pueden influir en la accidentalidad y, de tal modo, reducir las fatalidades en calles y carreteras.

Diversas estadísticas dan cuenta que entre las variables que influyen en un accidente (contexto, vehículo, conductor) el factor humano aparece como responsable en casi un 90 por ciento de las ocasiones. En este terreno, el carácter y el estado de ánimo influyen notablemente a la hora de conducir, siendo variables más complejas de determinar y prevenir que, por caso, el cansancio o la distracción. En evidencia, los estudios viales enfocados en la personalidad resultan fundamentales en términos de prevención.

En su artículo “Conductores peligrosos” el psicólogo español Guillermo Ballenato Prieto asevera que “hay sujetos cuyas características de personalidad les hacen más proclives a verse involucrados en accidentes de tráfico” y añade que “desde la Psicología se estudian y analizan tanto los estados emocionales como los rasgos de personalidad característicos de los conductores más peligrosos”.

“El anonimato que representa el automóvil, la facilidad de huida, el sentimiento de posesión y privacidad del espacio encerrado entre las seis ventanillas; provoca una prolongación de nuestro cuerpo dotando de vida y sentimientos al vehículo”, se afirma en “Cambios de personalidad al volante” en el sitio circulaseguro.com. Siguiendo esta reflexión, las manifestaciones de ira tan presentes en las calles de las grandes urbes son la exteriorización de la verdadera personalidad, muchas veces reprimida estando a pie.

Ahora bien, ¿tener una carácter nervioso se traduce indefectiblemente en conducción irresponsable o peligrosa, y ser una persona jovial es sinónimo de eficiencia al volante? A modo de conclusión, Ballenato Prieto anota que “una persona excesivamente insegura está expuesta a tener un accidente, pero igualmente lo está aquella que conduce demasiado segura, despreocupada y confiada en exceso”.