Una sensación única al volante
Gracias a una invitación de Fernet Branca pudimos estar al volante de un vehículo de la categoría Fiat Linea Competizione en el Autódromo de Buenos Aires. Entrá y conocé está mágica experiencia.
Desde el día que recibí la invitación de Fernet Branca para «Piloto por un día» sabía que esa fecha no sería una más en mi vida. Desde chico, gracias a una hermosa herencia paterna, las carreras y el automovilismo son parte de mi vida y el sueño de manejar un vehículo de competición siempre estaba latente en ideas remotas que finalmente se aplacaban en los karting cuando nos juntabamos con amigos.
Ayer, casi un mes después de haber recibido la invitación, fue el día donde finalmente me subí al Fiat Linea Competizione -categoría que compartió los fines de semana con el histórico TC2000- para manejar unas veinte vueltas en uno de los circuitos del Autódromo de Buenos Aires, Oscar y Juan Gálvez.
El evento comenzó con una charla de Gustavo Der Ohanessian, Director Depotivo de Fiat Punto Abarth Competizione, donde nos indicaba algunos ítems que debíamos hacer sobre el vehículo y otros -varios- que no debíamos hacer. Despúes de vestirnos de pilotos con buzo antiflama y casco reglamentario, nos subimos a un Fiat Linea convencional para dar un «paseo» por el trazado designado donde Der Ohanessian nos daba algunas referencias para tener en cuenta a la hora de salir a la pista.
Una de las primeras sensaciones es la incertidumbre de cuanta diferencia hay entre un auto de carrera de este estilo con un vehículo de calle a la hora de transitar por el asfalto. Sentado en la butaca empece a palpar que es bastante la semejanza de diseño, donde note el volante con dirección asistida, la caja en H tradicional y hasta las perillas de refrigeración del habitáculo. Claro está que la jaula antivuelco, el gran reloj de revoluciones y la omisión del tablero de instrumentos, le dan el toque deportivo habitual.
Los primeros metros al volante son con todo cuidado y con suficiente espacio para no cometer ningún tipo de error. Después de unos metros, y viendo que el manejo es similar al citadino, los márgenes se empezaron a acotar y el nerviosismo del principio se transformó en pura diversión y alegría.
Dentro de las lecciones básicas que nos dió el Director Deportivo de la categoría estaban la de no frenar con rebajes sino pisando el freno sin discreción, no doblar con el embrague apretado porque el vehículo pierde tracción y usar todo el ancho de la pista. Cumpliendo y respentando con todas las premisas del «maestro» con el pasar de las vueltas le fui perdiendo miedo a las curvas y cada vez el freno entraba en menos uso.
Con tendencia a irse de trompa en las curvas, dada que cuenta con tracción delantera, este «bolido» que equipa en el mismo motor de 1.9 litros que se vendía en el mercado nacional pero con algunos retoques mecánicos que le dan unos 150 caballos de potencia que le dan una buena respuesta en curvas pero algo perozosa en las aceleraciones, teniendo en cuenta que es un vehículo de competición con neumáticos especiales. El pie derecho a fondo en las rectas y el pie izquierdo a fondo en los retomes que obligan a poner la segunda marcha se transformó en una gimnasia habitual con el pasar de los kilómetros en pista.
Final de los veinte minutos pautados y entrada a boxes. Después de estacionar uno de los organizadores abrió la puerta de mi vehículo y con cara de felicidad me dijo: «le diste bastante al auto eh». Al bajar fui a conocer mis tiempos -había un trofeo de Fernet Branca para el que lograba el menor tiempo- y estaba al tope de todos los periodistas que participaron del evento.
La alegría me desbordaba no por el resultado sino por haber cumplido uno de mis sueños. Con trofeo en mano y las felicitaciones de mis colegas, emprendí la vuelta hacia el trabajo con la sensación de querer seguir dando más vueltas para exprimir al máximo al Fiat Linea Competizione que Fernet Branca me dió la posibilidad de manejar.