Test: MINI Cooper S Coupé
Dueño de una carrocería altamente llamativa, el bi-plaza de la casa británica sorprende por su habitabilidad y se impone más por su aspecto y singularidad que por su equipamiento en sí.
Es muy probable que los primeros diseñadores ingleses que crearon los MINI a fines de la década del 50 jamás se hayan imaginado que hoy, varios años más tarde, parte de sus sueños y ocurrencias hayan evolucionado hasta un Cooper S Coupé, un compacto que esboza un look que resulta familiar, pero que al mismo tiempo muesta trazos nuevos, atrevidos y cautivantes.
Más allá del mix de vehículos que ofrece el portafolios argentino, es difícil encontrar algún modelo específico que conjugue las mismas características que el coupé de MINI. En lo que a los bi-plazas se refiere, inmediatamente nos referimos al Smart, pero es de estilo más citadino; también están el Nissan 370Z y el Peugeot RCZ, que cuentan con el mismo espíritu juvenil, pero las diferencias de precios y de tamaño son muy importantes. El Citroën DS3 es quizás el más parecido por fuera, pero la existencia de un asiento trasero y lugar para cuatro ocupantes lo deja fuera de competencia. Por estos motivos, podemos afirmar que estamos ante un caso único.
Con 3,73 metros de largo, 1,68 de ancho y 1,38 de alto, esta variante es prácticamente igual a la convencional; sin embargo, las diferencias comienzan en la pronunciada caída del techo en la parte trasera, que le otorga una figura más alargada. En tanto, otras disparidades están en la reducción del vidrio lateral trasero y en la aparición de un alerón posterior, que se eleva de forma automática cuando se alcanzan los 80 km/h con el fin de brindar mayor estabilidad en velocidad. En la zona delantera, tanto el tamaño de las ópticas, como la parrilla, los faros dobles, los guardabarros y las luces antiniebla son idénticos.
A pesar de que es el MINI que posee el chasis cerca del suelo, comprobamos que tiene la altura necesaria para no sufrir ningún tipo de roce a la hora de sobrepasar badenes y lomas de burro. De todas maneras, a causa de la rigidez de sus suspensiones deportivas y del bajo perfil de los neumáticos, en el interior repercute el mal estado de las calles y rutas de Buenos Aires. Al margen de su estatura, el ingreso a la cabina no resulta tan incómodo a causa de la buena amplitud de las puertas.
Dentro del habitáculo, por razones obvias el lugar no abunda, aunque para sorpresa de propios y ajenos, la realidad indica que los dos pasajeros cuentan con el suficiente espacio como para viajar de manera confortable. Las butacas envolventes, que son de tipo deportivo, resultan realmente cómodas y son fáciles de adaptar a las necesidades de cada uno gracias a los ajustes manuales; algo similar sucede con el volante multifunción, que puede regularse de forma vertical y en profundidad. La postura de conducción es bastante similar a la de los karts, es decir, pegada al suelo y con las piernas estiradas.
Dada la poca superficie vidriada, la visibilidad desde el interior es escasa a la hora de mirar hacia arriba para ver un semáforo, o hacia los costados para poder virar o, en el peor de los casos, chequear el tránsito que viene por detrás a causa de la minúscula luneta. Para colmo, cuando el alerón está elevado la vista es aún menor.
En comparación con el resto de sus compañeros de vitrina (salvo el Countryman), el MINI Coupé posee una gran capacidad en el baúl, que es de 280 litros. Gracias a la gran apertura de la compuerta posterior, los sujetadores elásticos, los ganchos y de los dos cajones empotrados en el piso, es posible guardar cualquier tipo de equipaje. Además, los guardaobjetos y los huecos libres que quedan detrás de los asientos en la cabina permiten alojar las pertenencias y dan mayor amplitud. Cabe destacar que también es posible conectarse con el maletero desde la cabina a través de una pequeña puerta trasera ubicada en la división posterior.
Al igual que en el resto de la familia, los instrumentos que controlan el cierre centralizado, los alzacristales y las luces antiniebla están en la consola central, por lo que más allá de demostrar la originalidad de la marca, en algunos casos acceder a ellos puede resultar incómodo. Las terminaciones y los plásticos en general son de muy buena calidad, salvo por el soporte ubicado en el techo que contiene las interruptores de las luces de lectura. Por su parte, el gran abanico de colores para iluminar el interior resulta interesante y agradable.
En cuanto a tecnología, hay dos pantallas que reflejan la información del viaje y el funcionamiento del vehículo. Atrás del volante hay un pequeña que muestra todos los datos de la computadora de abordo (consumo de combustible, velocidad, autonomía, etc.) y que se maneja mediante un botón ubicado en la punta de la palanca izquierda de la columna de dirección. La otra es la clásica de la automotriz, denominada MINI Visual Boost, que está en el centro del torpedo, que mide 6,5 pulgadas y que es a color. Esta última, que es rodeada por el velocímetro y se controla de simple manera a través de dos perillas giratorias, enseña la información de la radio, de las conexiones auxiliares, del puerto USB, de la conectividad Bluetooth, del teléfono y las demás configuraciones. Tomando en cuenta que en otros países está disponible, el navegador podría estar incluido. El sistema de sonido Harmon Karman es uno de sus aspectos más loables.
En materia de seguridad, se destacan los cuatro airbags de serie, el sistema de frenos ABS con asistencia de frenado y distribución electrónica, el control de frenado en curvas, el control de estabilidad, los cinturones inerciales de tres puntos, el indicador de presión de los neumáticos y el inmovilizador de motor.
Debajo del capó, la versión S testeada por Conduciendo.com equipa un propulsor de 1,6 litros que eroga una potencia de 184 caballos de fuerza, y que se acopla a transmisión automática secuencial de seis marchas. La respuesta de los cambios con las paletas de tipo F1 montadas en el volante proporcionan un viaje de carácter más competitivo. La sensación de manejo nos pareció buena, dinámica, y capaz de adaptarse al uso diario; aunque para descubrir el verdadero poder hay que esperar a que las revoluciones se eleven; de todas maneras, una vez lograda la velocidad constante, el MINI Coupé fluye por las autovías.
En conclusión, es un ejemplar al que puede aspirar un selecto público; muy atractivo, que inspira deportividad, que logra distinguirse entre medio de sus compañeros de ruta y que llama la atención de los transeúntes al verlo pasar. Más allá de algún detalle, en general los elementos de confort y la tecnología son acordes a su categoría.