Test: Hyundai Genesis Coupé 3.8 V6 AT

A través de su llamativa estética y de su potencia de 303 caballos de fuerza, el tope de gama del deportivo surcoreano que se vende en el país demuestra por qué es considerado un pura sangre.

Pruebas | conduciendo | 04/11/2013 | Compartir

Prácticamente al mismo tiempo que desde Hyundai revelaron la renovación de la Genesis de cuatro puertas -la cual por ahora no se comercializa en Argentina- en Conduciendo.com tuvimos la posibilidad de probar el tope de gama de la variante coupé, la 3.8 V6 Automática; que volvió a comercializarse en el país en el pasado mes de mayo.

Si bien es cierto que hace sólo unos meses que esta versión V6 está en el mercado local, también es verdad que no es la primera vez que recorre las calles argentinas, ya que lo hizo a través de la generación anterior, aunque desde Hyundai Argentina fue apartada de su portafolios en el año pasado cuando se renovó el modelo a causa de las LNA (Licencias No Automáticas) que el gobierno le había aplicado a la industria en general al momento de importar. Ante la eliminación de estas a comienzos de 2013, las puertas se volvieron a abrir y el regreso del Genesis más potente no se hizo esperar.

Vale destacar que el Genesis Coupé no ocupa un lugar menor dentro de la oferta nacional, dado que podemos considerarlo como el modelo que volvió a darle vida al segmento de los coupé deportivos; ya que desde su aparición en 2009 la oferta en este rubro se agrandó a punto tal que hoy, además del representante de Hyundai, se pueden encontrar al Nissan 370Z, al Volkswagen Scirocco, al Peugeot RCZ, al Toyota 86, y al Chevrolet Camaro.

Antes de exponer lo que nos pareció la estética exterior e interior en sí; nos parece lo correcto comenzar a hablar por su corazón, el motor. Monta un V6 de 3.8 litros de cilindrada y 24 válvulas que logra producir una potencia total de 303 caballos de fuerza a 6.300 rpm y un torque de 368 Nm a 4.700 rpm. Sólo el rugido que emana al ponerlo en marcha hace “emocionar” a propios y extraños; sin embargo, debemos reconocer que, lógicamente, este “monstruo” mecánico no es el más indicado para el uso diario en una transitada urbe, ya sea por su consumo como por la poca -por no decir nula- posibilidad de aprovechar semejante poder.

Asimismo, y a causa de los límites de velocidad de las rutas y autovías nacionales, vimos condicionada la aceleración; la cual, dentro de los valores permitidos, nos pareció buena, sobre todo cuando se está en movimiento, ya que al salir desde parado, el accionar de los controles de tracción y estabilidad provocaron que la fuerza se vea algo restringida.

Como complemento, en la configuración testeada trabajaba una transmisión automática secuencial de ocho velocidades que podía ser controlada desde las levas de cambios ubicadas detrás del volante. Si a este conjunto además le sumamos que cuenta con tracción trasera y que tiene un diferencial de deslizamiento limitado que pondera un estilo de manejo deportivo, podemos afirmar que este Hyundai toma una ventaja considerable ante sus competidores, ya que mayormente traccionan desde su eje delantero.

Otro factor que indica que las avenidas de una transitada ciudad no son su hábitat natural es la dureza de la dirección, la cual sí cobra valor en la ruta a la hora de controlar los 1.534 kg de peso. Lo mismo sucede con su escaso despeje, que hace que, a pesar de la suspensión independiente, la zona baja corra riesgo ante los caminos en mal estado, las pendientes y los badenes pronunciados.

Fuera de la mecánica, en lo que respecta a su apariencia no hay dudas de que estamos en presencia de un vehículo que llama la atención y que provoca que las miradas lo sigan al verlo pasar, más aún cuando nos fue asignado un ejemplar de color rojo.

El Genesis, además de los rasgos clásicos de todo coupé deportivo (baja estatura, una línea de cintura ascendente, un largo capó y una parte trasera ancha), dispone del «toque» de diseño coreano, por lo que en vez de resaltar los rasgos musculosos, cobran mayor relevancia las terminaciones afiladas. En comparación con su antecesor, esta edición porta una trompa más moderna que refleja la última tendencia de la marca, una parrilla hexagonal de gran tamaño que refleja mayor personalidad, se suman luces diurnas de LED y faros de xenón, el capó tiene nervaduras más marcadas y lleva dos tomas de aire superiores, y neumáticos de 18 pulgadas -los delanteros son de 225/45 y los traseros 245/45-.

Al ingresar a la cabina y antes de comenzar a analizarla tuvimos que olvidarnos, al menos por un rato, de que estábamos ante un coupé que supera ampliamente los trescientos mil pesos, ya que la existencia del impuesto al lujo que rige en el país provoca que no nos hayamos encontrado con todos los elementos de lujo y confort que Hyundai ofrece en sus otros modelos. Más allá de las buenas terminaciones en cuero y de la lograda apariencia deportiva que esboza (la pedalera es de metal, el acelerador está pegado al piso y hay tres relojes que miden el porcentaje de aceleración, la cantidad de torque disponible y la temperatura del aceite), la combinación de materiales blandos con otros duros y la pantalla de la consola central nos dejaron con gusto a poco.

Encontrar la posición de manejo no fue difícil, dado que la butaca del conductor se regula de manera eléctrica y la columna de dirección se puede ajustar tanto en vertical como en profundidad. Fiel a su familia, la postura más adecuada es baja, muy cerca del piso, y con las piernas y los brazos estirados. Ya sea por el volante multifunción -lleva los accesos rápidos del audio, la velocidad crucero y el manos libres (Bluetooth)-, como por la disposición de los controles de la consola central todo está al alcance de la mano del conductor.

Los asientos de tipo envolvente y el espacio que hay adelante hacen que quienes viajan en la zona frontal dispongan de un lugar amplio; algo que lógicamente disminuye en la parte posterior, pero sin llegar al extremo de dejarlo como un sitio inhabitable. Justamente, para acceder a las plazas traseras como en toda coupé hay que reclinar las butacas delanteras, por lo que el ingreso no es el más práctico. A pesar de que el baúl tiene 232 litros de capacidad, la boca de ingreso no es tan grande, por lo que hay elementos que no se pueden transportar.

Así como criticamos algunos elementos del interior, hay que elogiar los sistemas de seguridad de serie como los seis airbags (delanteros, laterales y de cortina), los frenos ABS con control de frenado de emergencia y control de frenado en curva, los controles de estabilidad (desconectable y de tres etapas) y de tracción, los apoyacabezas delanteros activos, los cinturones delanteros con pretensionador, la carrocería deformable con aplicación de aceros de alta resistencia y barras de protección lateral en puertas, el espejo retrovisor de oscurecimiento automático y la alarma.

También, gracias a los sensores instalados en la zona delantera como en la trasera se puede maniobrar sin problemas cuando hay que estacionar y es posible alejarse de otros vehículos cuando se posicionan cerca.

En conclusión, el Hyundai Genesis nos resultó un verdadero pura sangre, donde lo más importante se aloja debajo del capó y en donde el confort y la tecnología le otorgan su espacio, precisamente, al entretenimiento que brindan los 303 caballos de fuerza.

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