Test: Chrysler 300C
Entre retro y futurista, el 300C tiene un estilo único y se luce imponente. Por equipamiento y terminaciones se mezcla con importantes modelos Premium.
Hace un par de años conocimos el modelo 300 que Chrysler comercializaba en nuestro país, hasta que dejó de importarlo para seguir vendiendo solamente la van Town & Country, un vehículo emblemático de la marca que, por un tiempo, se encontró en soledad y en un mercado con poca competencia.
Para sumar alternativas Chrysler han decidido apostar nuevamente por el sedán tope de gama de la marca, un auto tan impactante como particular, apuntando a un segmento exclusivo. De hecho sus dimensiones solo son comparables con las de un modelo Audi A8 (por citar un modelo que se comercializa en el país).
Sus más de 5 metros de largo y 1,90 de ancho hablan de un porte realmente excepcional. Pero si a ello le sumamos su parrilla de grandes dimensiones, pasarruedas musculosos y un remate posterior prominente nos encontramos frente a un verdadero “american style” que lo diferenciarán de cualquier otro auto.
Todo ello no alcanzarían niveles de espectacularidad sin las llantas de 20 pulgadas (sí, leyó bien, 20 pulgadas!) que monta el modelo y lo transforman en un vehículo llamativo como pocos. Si su sola silueta alcanzaba para mostrar un auto especial, este detalle, sumado a los led delanteros colocados al estilo “Rolls-Royce” lo vuelven un aparato único en la argentina.
Su elevado precio lo hace rival directo de modelos como el Audi A6, el BMW Serie 5 o el Mercedes Benz Clase E, aunque todos son un poco más chicos, pero con mayor tradición en el segmento de sedanes de lujo. De todas formas pareciera que, por sus características un 300C obedece más a características de auto “de culto” que se vincule a preferencias personales de su comprador que lo harán irresistible para su pretensor.
El interior del auto está pensado para el confort de los ocupantes delanteros, proveyéndoles gran conforte en sus “sillones” de cuero. De esta forma el 300 es altamente recomendable para viajes largos. La capacidad para adaptar el asiento a las necesidades del conductor con regulaciones eléctricas (inclusive el volante) permiten tener una inmejorable posición de manejo, sea de la talla que fuere su conductor.
El espacio de las plazas traseras es bueno y puede alojar a personas altas de manera confortable, aunque no todo lo esperado según las cotas del vehículo. Lo mismo sucede con el baúl, de generosas dimensiones pero menores a las esperadas, donde se encuentra penalizado por los grandes pasarruedas.
A bordo se destacan algunos puntos como la pantalla central de 8.4 pulgadas -superior tamaño que la media- y posee todos los elementos de confort asociados, inclusive un preciso navegador satelital (tal vez la interface gráfica debiera actualizarse), la iluminación del tablero de color celeste fuerte, la selectora de marchas con un pomo de diseño exclusivo y el techo traslúcido (corredizo en la parte delantera).
Pero lo importante es que nos encontramos en un ambiente amplio y muy confortable, donde los comandos se encuentran en los lugares esperados y sin sorpresas. La madera rústica, de moda actualmente, da un aspecto de lujo sobrio que se combina, a mi entender, con calidades de muy elevada factura, tanto en sus terminaciones como en los materiales utilizados, tal vez similares a los de muchos modelos de marcas premium.
Para movilizarnos en ciudad es necesario hacerlo con prudencia debido al tamaño del vehículo, considerando que el estacionamiento casi siempre será acotado para el 300C y las cocheras serán muchas veces un problema a pesar del buen funcionamiento de los sensores de estacionamiento y la cámara retrovisora.
A pesar de lo anterior, en trayectos urbanos el auto no otorga otras dificultades al conductor, porque su buena dirección (a gusto de quien suscribe debería tener mayor asistencia porque se la nota un poco pesada) cumple eficazmente con el sorteo de los obstáculos y el tránsito. Obviamente que el perfil bajo del neumático permite copiar las imperfecciones del camino (lo vistoso tiene allí su contrapartida), aunque logran ser matizadas por las excelentes suspensiones independientes.
Por el contrario, en caminos de ruta o autopista, esa misma situación se invierte y el 300C se muestra como un vehículo sumamente aplomado brindando seguridad extrema a su conductor y ocupantes. Allí es donde muestra sus grandes virtudes, porque dobla de forma soberbia y muestra su capacidad de brindar tanto un viaje sereno y confortable como deportivo para quien guste de aprovechar sus 286 caballos y la magnífica caja secuencial de 8 marchas.
Por su lado no asustan los consumos. Al subirse al 300 uno espera que el combustible se evapore instantáneamente gracias al peso de casi 2.000 kg. y su motor V6 de 3.6 litros, sin embargo ello no fue así. Los casi 73 litros que aloja su tanque de combustible completo demuestran que su consumo es elevado pero no por encima de la media de los autos con peso y prestaciones similares, rondando los 15 litros cada 100 km.
Más allá de su sistema de audio Alpine que suena de maravilla, el 300C es un auto que lo tiene todo en confort, equipamiento y seguridad (ver ficha) y su comprador solamente tendrá que decidir si la adquisición quedará influenciada por el logo de la marca o las prestaciones reales. Eso sí, a pesar de no ser una marca tradicional de lujo el 300C ofrece exclusividad por ser un auto poco visto y de poca penetración de mercado a la vez que provocará más atención en la calle que cualquier otro sedán.