Test: Mercedes-Benz Clase E
Con una estética de estilo señorial, equipamiento premium y motorización de excelente eficiencia, la berlina mediana de la firma de la estrella se ubica como uno de los referentes de su segmento.
Afirmar que la gama de vehículos que Mercedes-Benz ofrece en el país está compuesta por representantes con elementos de primera línea y prestaciones de alta calidad, pude parecer una definición simple y que no requiere de mentes brillantes; sin embargo, luego de testar a mano propia el Clase E podemos corroborar, y con firmeza, que este concepto no refleja más que la pura realidad.
En contrapunto con el Audi A6 y la Serie 5 de BMW, sus dos competidores más cercanos, este ejemplar alemán ofrece una estructura de diseño más sobrio y señorial que sus rivales, y que va más allá de las cualidades típicas que busca una familia a la hora de elegir un vehículo para uso diario. De hecho, se podría catalogar como un modelo que se ubica más cerca de los gustos y necesidades de un empresario de alto rango.
Si bien sus líneas conforman una carrocería discreta, fiel a los automóviles de la firma, marcan una presencia muy importante que genera que las miradas cercanas recorran su andar hasta que el horizonte lo impida; no por nada lleva la estrella de Mercedes-Benz, que siempre va a despertar cierta admiración. Cuenta con un techo eléctrico de cristal con Pre-Safe, doble salida de caño de escape cromado, retrovisores exteriores calefaccionados, ajustables y abatibles eléctricamente, retrovisor exterior del lado conductor con antideslumbramiento automático, y limpiaparabrisas con sensor de lluvia.
Como todo gran sedán (tiene una longitud de 4,8 metros y un ancho que supera por poco los 2,0 m.) genera dos aristas; por un lado, y más allá del sensor sonoro, es difícil de estacionar en cualquier parte y para algunas cocheras también resulta complicado de ubicar, mientras que por el otro, el espacio interior es una cualidad totalmente destacable. Junto con la amplitud, sobresalen las regulaciones eléctricas de las butacas delanteras y la columna de dirección, que gracias a las tres memorias de almacenamiento se puede recuperar la mejor posición de manera rápida y simple.
Aunque el piso es alto en relación a la butaca y las piernas están más estiradas, podemos confirmar que dentro del Clase E la postura es fácil de encontrar y realmente se viaja de forma cómoda. En las plazas traseras, en donde la altura del asiento también es baja, el espacio vuelve a ser el protagonista. El amplio baúl es otro aporte positivo. Por su lado, la calidad de los materiales es más que óptima y, a diferencia de algunos competidores, conserva el mismo nivel de calidad tanto en la parte superior de la consola como en la parte inferior y hasta en la guantera.
La ausencia de la palanca tradicional o la selectora de cambios (dispone de una perilla detrás del volante que sólo permite ubicar el cambio en las posiciones directa, neutro y reversa) requiere de un acostumbramiento que, una vez que se convierte en familiar, hace más simple el manejo. Del mismo modo, esta característica termina siendo un elemento más de confort, ya que deja que se gane lugar en la consola y sea más rápido el acceso a las demás funciones, como el climatizador de doble zona.
Respecto al equipamiento, podemos marcar la ausencia de un freno de mano electrónico y, fundamentalmente del navegador, puesto que todo el resto de los elementos vienen de serie. Algo que nos llamó la atención y queremos destacar es la iluminación general durante la noche en las puertas y de la consola delantera, que le dan un toque muy especial y cálido. El tablero, sin sorpresas, es típico de Mercedes-Benz, con un reloj analógico muy grande volcado sobre el costado izquierdo pero de gran presencia, mezcla de tradición y modernidad.
Aun cuando por la cercanía con el suelo, la cual produce que el chasis roce de manera frecuente con el asfalto a la hora de sobrepasar una loma de burro o subir una pendiente empinada, las llantas de 18 pulgadas y muy bajo perfil, y las dinámicas nervaduras en el capó, el auto intente camuflarse dentro de una gama más jovial, lo cierto es que cuando se lo maneja se lo nota algo pesado y muy aplomado; y no por el hecho de tener unos 1.650 Kg, sino porque posee un muy buen porte y la potencia de 204 HP parece no ser la ideal para usarlo deportivamente. Probablemente, en zonas urbanas no notaremos falta de potencia, sino solo a la hora de querer compararlo con modelos que, en su categoría (mismo las versiones más potentes del clase E) demuestran un espíritu más osado. A la hora de salir a la ruta el auto nos ofrecerá un ritmo relajado y constante a altas velocidades donde despliega todo su confort de marcha junto con la inmensa estabilidad que da la tracción trasera. Allí solo le podemos reprochar esa “falta” de potencia al momento de los reprises.
La otra cara de este poder no extremo es justamente uno de los mejores puntos del vehículo; con un motor extremadamente pequeño para el tamaño y peso del auto. En otras épocas esto hubiera significado una gran desacreditación para un modelo de alta gama pero, por el contrario, en la actualidad la tecnología ha llevado la posibilidad de adquirir prestaciones similares con menor esfuerzo, consumo y siendo más amigable con el medio ambiente. Por ello, el propulsor naftero de 1.8 litros con turbocompresor e inyección directa que trabaja junto a una caja de cambios 7G Tronic automática y secuencial de 7 marchas, e muy bajo consumo de combustible y la reducida emanación de gases contaminantes. Sustentado en el sistema start & stop, según la compañía, el gasto en ciudad es de 8,9 l/100 km y 5.3 en ruta en la misma distancia.
Tanto el sistema de prevención de cinturón de seguridad «Pre Safe», como los apoyacabezas delanteros activos, el asistente que detecta la fatiga del conductor, las bolsas de aire (delanteros frontales, laterales y de rodilla para conductor, traseros laterales y windowbags), el extintor de incendios debajo del asiento del conducto, la alarma antirrobo con protección antirremolcado, los frenos ABS con servofreno de emergencia (BAS), los controles de estabilidad y tracción, el indicador de pérdida de presión de los neumáticos, generan que los ocupantes se sientan seguros durante el viaje.
En conclusión, más allá de que no sea un auto que consuma el usuario promedio, ya sea por su costo o porque sus líneas exteriores no terminan de definirse como deportivas o clásicas, es un producto de inmensa categoría.