Proyecto Argentino del taxi eléctrico

El diseñador industrial marplatense Martín Dalponte vtrabaja desde hace diez años en el desarrollo y fabricación de un vehículo 0 emisiones para uso comercial e inclusivo.

Interés General | conduciendo | 02/07/2016 | Compartir

Martín Dalpone es uno de esos talentosos profesionales que se ha quedado en su ciudad de origen, con mucho trabajo y con un proyecto totalmente desarrollado, que espera la inversión necesaria y el interés público y privada. Se trata de “LiTO”, un taxi eléctrico marplatense, el mismo fue presentado en el último Hackaton realizado recientemente en la ciudad. El hackaton es una reunión de desarrolladores, diseñadores, emprendedores y creadores, que buscan presentar y dar a conocer sus ideas, buscando encontrar inversores en el ámbito público como privado.

“El proyecto lo empezamos en enero de 2012. Arrancamos a armar todo el plan de negocios y la idea de cómo sería la implementación”, cuenta Dalponte y agrega que un prototipo ya se empezó a construir en la ciudad con la ayuda de una fábrica del Parque Industrial.

“El auto que se usa no es un medio creado para trabajar, en el caso de un ómnibus o un micro por ejemplo, están creados específicamente para la actividad que desarrollan”, comparó.

“En el caso del auto – prosiguió- que se usa para taxi, hay una infinidad de problemas. Servicios, confort, gasto de mantenimiento, para el taxista y para los pasajeros. Por ejemplo, si uno quiere subir una silla de ruedas, no lo puede hacer. Hablamos de una serie de inconvenientes lógicos que no se pueden solucionar con los vehículos que hay en el macerado”.

El diseñador comentó que la idea nació en un viaje a Inglaterra que realizó en 1998. En Londres se subió a un taxi y se sorprendió por las comodidades que tenía.

En 2012 lo presentó en Innovar, el Concurso Nacional de Innovaciones organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. “Después me fui a Bruselas, a un congreso de vehículos eléctricos. Hice unos buenos contactos, aprendí mucho. Contacté a una persona de la Universidad de Oviedo que me ayudó muchísimo con el diseño de las baterías, con la selección de las mejores tecnologías”, recuerda. Y en 2014 lo dio a conocer en el hackaton de Mar del Plata.

“Un autoelevador o un ómnibus es un vehículo que está hecho para cumplir una tarea específica. En el caso del taxi, tomamos un vehículo de uso doméstico, lo pintamos de negro y amarillo y ya está. A partir de ahí tenemos un montón de problemas. No se puede subir una silla de ruedas, no se puede dividir la zona de trabajo del chofer respecto de los pasajeros, el espacio es pequeño, no podes llevar valijas adentro. Y tiene graves problemas de mantenimiento”, señala.

Una de las características principales de su taxi es el carácter inclusivo. “Una persona que anda en silla de ruedas tiene que llamar a un servicio especializado y reservarlo con antelación para que la pase a buscar, por lo que le cobran una cifra importante. En cambio, si todos los taxis tuvieran la posibilidad de subir sillas de ruedas lo único que habría que hacer es salir a la calle y levantar la mano como cualquier ciudadano”, ejemplifica.

Otra ventaja, es la comodidad de los pasajeros y el conductor: “El espacio ya viene dividido. Los pasajeros pueden llevar equipajes adentro del vehículo. Y el asiento del taxista es un asiento de trabajo como el que se usa en los camiones o la maquinaria agrícola para estar muchas horas ahí sentado”.

El sistema de software está diseñado para incorporar diversas aplicaciones. “Si se quiere implementar el servicio de cobro con tarjeta, se puede poner como aplicación. Lo mismo que si se quiere poner GPS o cualquier servicio turístico que surja para mejorar la prestación”, asegura.

Al respecto, Dalponte detalló que los cargadores de las baterías se ubicarían en las paradas de los taxis y en lugares donde los conductores se detienen a comer o a descansar un rato, como las estaciones de servicios. “La carga no tarda tanto y la recuperación puede ser parcial, como la de un teléfono celular”, compara.

Para que el taxi eléctrico esté en las calles, hace falta dos cosas: inversión privada y decisión política para apoyar el proyecto. “Lo más lógico es hacer una inversión privada. Pero requiere la participación estatal, no en el proyecto productivo sino en su implementación y reglamentación, porque hoy los reglamentos municipales para la actividad de taxímetro son muy específicos en relación con algunas cuestiones del vehículo”, apunta.

Para desarrollar estos taxis, se montaría una “pequeña planta que generaría trabajo en la ciudad”, menciona Dalponte. Ya hubo gestiones. “Con la gestión anterior empezamos a hablar para intentar implementarlo. Hubo un apoyo parcial, de hecho me ayudaron para pedir unos subsidios al Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, pero ese proceso quedó interrumpido en diciembre”, concluyó.