Impuesto al lujo, un límite al confort

Si bien estas cargas impositivas podrían llegar a beneficiar a la industria nacional, varias marcas se vieron obligadas a bajar el nivel de sus vehículos para evitar mayores gastos.

Interés General | conduciendo | 20/06/2012 | Compartir

A pesar de que los avances tecnológicos le permitan a las automotrices dotar a sus modelos con las más modernas y exclusivas características, el bajo piso que demarca el impuesto al lujo provoca que la comodidad y los detalles de máxima calidad se vean afectados.

Según la resolución emitida por el Ministerio de Industria durante los primeros días de 2012, el mínimo imponible que regía para los automóviles hasta el pasado 31 de diciembre (212.500 pesos, sin IVA ni margen de ganancia del concesionario) se redujo a 150 mil pesos (sumandole el IVA y margen de ganancia de los concesionarios, representaría unos 199.650 pesos como precio final al público).

Cabe aclarar que todo usuario que adquiera un vehículo cuyo precio supere esta cifra deberá abonar una tasa del 10%.

Para contrarestar esto, por una lado están las compañías que decidieron aumentar directamente los precios de sus ejemplares para tratar de “suavizar” el gasto del gravamen; mientras que por el otro, buscando no exceder el piso fiscal, hubo quienes optaron por no dotar a sus modelos con todo el equipamiento posible.

Un ejemplo para esta última opción sería no incluir en ninguna versión la transmisión automática, el techo eléctrico o el tapizado de cuero, dado que la existencia de estos elevaría el costo y encausaría en el pago obligatorio del impuesto.

La existencia de opcionales es otra manera que tienen las firmas para jugar al límite con los detalles de máximo confort. Al ser el cliente en particular el que decide customizar su automóvil con las característcas más lujosas, las marcas no se ven obligadas a importar grandes flotas con las cualidades más onerosas.

Como en todo ámbito, hay quienes toman esta medida como algo positivo. Este es el caso de quienes poseen producción nacional, puesto que al no tener que abonar sumas por importación, sus precios de ventas son más económicos y es difícil que superen el mínimo fijado.

Más allá del alto o bajo porcentaje que ocupen en el total final de autos vendidos en el país, la reducción de esta carga impositiva limita de manera considerable a las cualidades de varios modelos de primer nivel y, obviamente, a los clientes.