Test: Mercedes-Benz Clase A 250 Sport
Divertido como pocos, este nuevo Mercedes-Benz muestra su total renovación gracias a su diseño, equipamiento y respuesta dinámica.
Subirse al nuevo Mercedes-Benz Clase A es una experiencia completamente distinta a la que uno estaba acostumbrado con la vieja generación, un vehículo más estático y de un concepto más familiar a pesar de su reducido volumen. Ahora todo ello ha cambiado. Obviamente está destinado a competir con el BMW Serie 1 de cinco puertas gracias a su cambio radical.
Este modelo totalmente nuevo ahora es deportivo, musculoso, atlético y llamativo desde el punto de vista estético, aún en las versiones A 200 y, obviamente, en la versión probada A 250 Sport que incorpora luces de LED, faros de xenón, grandes llantas deportivas y faldones. Con estos cambios el producto es mucho más juvenil y masculino que su antecesor.
Lo mismo sucede en el interior. Por un lado se ha renovado por completo su diseño y, por el otro, lo emparentó con toda la nueva línea Mercedes-Benz. Esto quiere decir que tiene la clásica consola central con botoneras, tres relojes en el tablero, el torpedo central monta el comando para el sistema de navegación y multimedia y los detalles se han actualizado. De todas formas deja un espacio para mostrar su lado más juvenil y atrevido utilizando algunos materiales novedosos (como la goma rugosa del frente), mostrando tres prominentes salidas de aire redondas en el centro o la inclusión de la pantalla estilo tableta montada en la consola (como lo hace el nuevo Clase B).
Sentados podemos acomodarnos en las exclusivas butacas propias de la versión 250 -sólo la del conductor es eléctrica-, que son de cuero combinado con una suave tela y enterizas, lo que proporciona no sólo un confort envolvente sino una estética extremadamente deportiva. Para reafirmar ese concepto los cinturones de seguridad marcan un distintivo al ser de color rojo. El volante de tres rayos con parte inferior chata es otro de los elementos que distinguen el carácter de este vehículo.
Desde el puesto de conducción, el cual se encuentra bastante paralelo al piso para demostrar mayor deportividad, se logra un cómodo acceso a todos los mandos y, sobre todo una perfecta visión de la pantalla que se encuentra bien colocada y con imagen de alta calidad, aunque nos hubiese gustado que fuera de mayor tamaño (como decimos siempre es importante acostumbrase al manejo de sus funciones desde la “ruedita” que se encuentra al pie del apoya brazos).
Mercedes-Benz viene acostumbrándonos a no tener selectora de cambios en los últimos modelos sino a incluir solo la posición de “D” o “R” en una pequeña palanquita detrás del volante. Esto también es incluido por el A250 pero en él es mucho más novedoso por ser el primero vehículo tan pequeño que posee este sistema dejando libre para portaobjetos, mandos o apoyabrazos de la parte central. Creemos que es un acierto y que por este motivo no se le quita deportividad alguna al modelo, el que además posee paletas atrás del volante para conducir secuencialmente la transmisión.
Desde el punto de vista de la habitabilidad nos encontramos con un modelo en el que pueden viajar cinco personas (el acceso a estas plazas posteriores se reduce por la forma de caída del techo) pero solo estarán confortables cuatro siempre que no sean para viajes extensos debido a que las butacas traseras lógicamente no son sumamente amplias por los 4,2 metros que tiene el auto. El baúl es más que coherente para el segmento. Por dentro se hace notar el buen sonido del equipo de audio y también es posible escuchar al motor, siendo que la insonorización no es tan perfecta como en otros Mercedes-Benz pero que justamente tiene sentido que así sea para combinar con el estilo “racing”.
Obviamente que en este modelo 250 una de las cosas más interesantes es el comportamiento dinámico que ofrece. No solo invita a probarlo por su estética sino que su motor de 2,0 litros, turbo, y 211 caballos de fuerza nos dan una idea que el vehículo es más que interesante. Esto se confirma apenas ponemos el motor en marcha y aceleramos, pues el divertimento se encuentra asegurado. Es que no solo se trata de un modelo que transmite su potencia sino que por su tamaño y maniobrabilidad no hace otra cosa que brindarle agilidad y éxtasis a quien lo conduce.
Cuando apretamos el acelerador la reacción es inmediata tanto desde la partida detenida como en los reprises y la caja siete marchas es la mejor aliada para brindarnos esas respuestas. En ciudad el motor puede privilegiar los consumos e ir relajándolo como así ser conducido de manera deportiva donde también responderá a la perfección. Es en este último supuesto es donde notamos que también frena y dobla de maravilla. Pocos tienen las posibilidades de este Clase A de ser tan maniobrable y brindarle a su conductor una sensación de manejo distinta, produciendo más sensaciones al cuerpo que cualquier otro competidor. Por eso, aunque se trata de un modelo pensado originalmente para la ciudad muestra uno de sus mejores argumentos en caminos con curvas y veloces.
El Clase A representa no solo un nuevo modelo para la marca sino una evolución en la forma de mirar el diseño de la casa de Stuttgart, de las cuales este auto es uno de sus abanderados. Con él se conquista un mercado juvenil en los cuales la marca no estaba tan arraigada a la vez de ofrecer un vehículo verdaderamente pasional para todos aquellos que verdaderamente disfruten de la conducción.