Test: Fiat 500 Abarth
Marca puramente deportiva, muestra una versión radical del bello Fiat 500, ofreciendo estética retocada, un motor turbo con 135 caballos y exclusividad a un precio elevado.
Subimos al Abarth 500, pisamos la calle y en el semáforo, a los pocos metros, ya tuvimos la primer reacción de un automóvil vecino: “¿lo tuneaste, qué significa ese logo?”. Luego del episodio otras miradas evidenciaban que nuestro pequeño Fiat 500 era llamativo para los atentos. Claro, la marca despertaba curiosidad, pero no la forma del modelo.
Justamente eso es lo que otorga este modelo a su propietario: exclusividad. Y ese valor se paga extra. Recordemos, no es un Fiat, sino la marca deportiva de la casa de Turín, que suele utilizar sus diseños, otorgándole aspecto categóricamente deportivo en el interior y exterior y, por supuesto, ofreciendo motores más potentes que aquellos modelos generalistas originales. En definitiva, eso es un Abarth.
Por ese motivo, nos encontramos con grandes llantas de diseño deportivo, neumáticos perfil bajo, suspensiones cortas, spoiler rebajado, pintura especial y bicolor además de otros detalles, aunque siempre fieles al 500 de serie Fiat. Además suma una tira con la designación “Abarth” en los laterales, alerón trasero y la doble salida de escape junto con un difusor. -ver ficha-
En su interior pasa lo mismo, tiene una butacas enterizas de cuero de gran factura, detalles racing y pocos cambios más. El equipamiento no resulta muy superior al convencional: incluye faros de xenón, puerto USB, Bluetooth, indicador de cambio de marcha para menor consumo, volante, selección de modo de conducción y computadora de abordo; pero los materiales de algunas terminaciones contribuyen a aumentar su valor. -ver ficha-
El motor es el aspecto fundamental de su diferenciación, porque alcanza los 135 caballos de potencia, a los cuales se le suma un turbocompresor para beneficiar el rendimiento de su pequeño impulsor 1.4 litros. Claro está que no lo transforma en un verdadero deportivo, pero sí logra buenas prestaciones gracias a su buena relación peso-potencia. Ello torna a este Abarth un vehículo divertido de conducir, donde su tamaño contribuye a que podamos sentir que el auto y conductor son una sola cosa.
Esa lograda deportividad es la que también hace que sea un poco duro en ciudad, bajo en el frente para las cunetas y con un radio de giro acotadísimo. Pero convengamos que el que se interesa por estos modelos busca justamente ese diferencial, y disfruta de ello.
Probablemente, a este tipo de compradores también le interese que tenga una transmisión de sexta con relaciones más cortas que la de cinco velocidades que posee, acordes con el sonido logrado especialmente para su motor. También fascinará a los más entusiastas,de la misma manera lo logrará el botón Sport con el cual mejoramos las performances del Abarth 500 (aunque en este caso también agotaremos más rápido su tanque de tan solo 35 litros, de un motor por sí rendidor en lo que combustible se refiere).
La posición de manejo no fue tan trabajada como otros aspectos de la versión. En este caso se mantuvo la proveniente del Fiat 500, perjudicando la posición más ergonómica o deportiva. El conductor estará en una posición elevada, sin tener acceso a la posibilidad de reducir la altura de la butaca, a la vez que tampoco podrá mejorar la relación con el volante puesto que éste no se regula en profundidad.
El equipamiento general es bueno. Obviamente que la deportividad a veces atenta contra el confort y en este caso se evidencia con la falta de luces automáticas, inexistencia de opción pantalla con navegador y otros sistemas que por su valor debería incluir.
A diferencia del confort, el sistema de seguridad ofrece siete airbags, frenos ABS (antibloqueo) con EBD (distribución de la fuerza del frenado electrónicamente) y BAS (asistencia al frenado de emergencia), control de estabilidad (ESP) y de tracción (TCS), dirección asistida adaptable a la velocidad y faros antiniebla delanteros. -ver ficha-
La lista de sus competidores puede ser extensa pero nos centramos sólo en los modelos pequeños y exclusivos. Entre ellos podemos nombrar el Citroën DS3 -aunque su precio es más elevado-, el Peugeot 207 GTi y las entradas de gama del MINI Copper y el Alfa Romeo MiTo. Todos estos ejemplares cumplen a la perfección las características del segmento donde se inserta el Fiat 500 Abarth.