Chevrolet Malibu Hybrid
La marca supo combinar, con dos aciertos, la actualización de un modelo que necesitaba mejorar en todos sus aspectos y la adopción de la tecnología hibrida.
Desde el punto de vista estilístico es moderno, agradable a la vista y poco arriesgado. A su vez, la parte trasera posee un remate distintivo que, gustos aparte, es lo que asienta la diferencia en varios modelos de la marca.
La versión hibrida solo se distingue del resto, en cuanto a diseño exterior, por una pequeña insignia verde al costado y en la parte posterior, pero su funcionamiento lo destaca del resto de las versiones. Sentados a conducir notamos desde los primeros metros su suavidad de marcha. La aceleración es agradable y el ambiente general llamativamente silencioso.
El automóvil se desenvuelve perfectamente en cualquier sitio citadino y es rápido y ágil, tomando en cuenta su tamaño. Un detalle que encontramos en los eficientes frenos es que tiene un largo recorrido de pedal.
La transmisión automática de cuatro velocidades es correcta para los recorridos urbanos y no tanto para la carretera. El motor a combustión que acompaña al eléctrico es un 2.4 litros, distinto del que utiliza el resto de la gama, que desarrolla unos 164 caballos de potencia máxima.
Es interior es elogiable desde lo ergonómico y del diseño, aunque siguen siendo reprochables los materiales utilizados. El confort es correcto, aunque en esta versión no posee grandes placeres para el conductor y los ocupantes.
El Malibu hibrido sobre todo es práctico y recomendable para el uso diario, por un buen confort de marcha y, obviamente, los bajos consumos y emisiones. En conclusión, un automóvil justo, eficiente, pero sin estridencias.