Test: Volkswagen Amarok Automática
Sin perder su robustez, la pick up fabricada en Argentina, agranda la familia con una transmisión inimaginable para el segmento: automática de 8 marchas hasta el momento reservada para la alta gama.
Cuando Volkswagen decidió fabricar la Amarok se propuso revolucionar el mercado ofreciendo cosas que hasta ese momento no se encontraban en pick ups. Si bien era notoria la evolución del segmento, esta camioneta vino a ofrecer equipamiento, confort y desempeño similar a la de un auto de gama media sin perder fortaleza en las tareas para la que fue concebida.
Esa jugada fue muy bien recibida por el público y en poco tiempo la competencia debió seguir el mismo camino. Pero ahora VW redobló la apuesta y decidió ir un poco más allá: dotar a la Amarok de transmisión automática, y no cualquier caja, sino una de las más modernas y sofisticadas disponibles que solo hemos visto en unos pocos vehículos de lujo.
Sí, aunque el lector haya pensado que se trataba de un error, efectivamente se trata de una transmisión de ocho marchas que no solo equipara o supera a un sedan sino que le otorga un mejor confort del que ya tenía. Cuando hemos probado la versión manual elogiamos su comportamiento dinámico en ciudad y ruta que se asemejaban a cualquier auto, y hasta lo mejoraba.
Ahora, la nueva caja lleva ese nivel más arriba. No solo que tener una transmisión automática mejora el confort, sino que particularmente esta permite un andar decididamente relajado. En la posición “D” siempre estará trabajando a bajas revoluciones y privilegia el confort, llegando enseguida a la sexta marcha con el segundo objetivo de ahorrar combustible, ítem en el que se ve también muy favorecida.
En los tramos rectos y a velocidades constantes por encima de los 80 km/h el sistema automático se encarga de colocar la relajadísima octava marcha y dejarnos disfrutar del paseo sintiendo que casi no rodamos. Claro que en esa circunstancia pierde la posibilidad de recuperar la capacidad de aceleración; para esos casos tiene la opción de conducir secuencialmente y decidir en forma manual la marcha que queremos. Sin embargo, como casi siempre termina sucediendo, en los tramos habituales el conductor se termina entregando mansamente a la caja automática.
Esta nueva transmisión no modifica en casi nada al modelo ya conocido y tampoco cambia la capacidad de carga o su desempeño en terrenos duros propios del campo, de montaña o de todos esos lugares donde se suelen comprar estas camionetas y para donde fue concebida. Por tal motivo, el confort que otorga la nueva caja no complicará a aquellos que deseen usarla en caminos que requieran de un duro off road.
El interior es igual que el resto de la gama, es decir muy confortable, sumamente amplio, con aspecto de sedán y con muchos espacios portaobjetos. Ella puede usarse para la familia porque cinco personas caben cómodamente, siendo esta versión ideal para ese uso mixto y recreativo conjugado con el trabajo.
Sin embargo, ese afán por mejorar el segmento –lo que claramente ha logrado VW- todavía no ha llegado a algunos aspectos. Están ausentes los comandos en el volante de la radio, las lucen y espejo interior día/noche automáticos entre otros detalles (considerando que hemos probado la versión más equipada, la highline pack). Creemos que la marca próximamente proveerá de algunos de estos elementos a nuevas versiones ampliando la ya enorme oferta de modelos que ya incluyen modelos 4×2 además de la tracción total y arribarán próximamente las versiones nafteras, cabina simple y, por qué no, una versión Maxi, ya mostrada en el pasado salón de Buenos Aires en 2011.
La Amarok, ya fiel a su estilo, mejora la oferta de productos y logra equiparar hacia arriba el mercado de las pick ups.