Test: Subaru Outback
Experimentado all in one se ha renovado para ofrecer más elegancia y confort sin dejar de lado sus cualidades que lo hicieran conocido e imitado. Buena calidad y confiabilidad son sus mayores atributos.
El Outback lleva muchos años en el mercado y es el creador de un segmento que luego, sin popularizarse, ha sido copiado. Su versatilidad es tal que puede ser un auto para todos los días, un todoterreno o un familiar sin distinción alguna.
Con el todo nuevo Outback se acrecentaron estos esos rasgos, dándole un mayor porte y espíritu más refinado, sobre todo en su nuevo frontal, sin dejar de ser aventurero. Es que fiel a la marca, este modelo se beneficia de la capacidad off road de tracción en las cuatro ruedas que se dota a toda la línea Subaru pero que en el Outback se aprovecha mas por su despeje del suelo, siendo un verdadero auto recreacional más allá de su aspecto racional que lo diferencia de los típicos todoterreno.
Se trata de un vehículo de casi 4,8 metros de largo -es decir lo mismo que un SUV de porte medio-grande-, lo que denota que nos encontramos ante un vehículo de importante volumen, como primer aspecto a estudiar para moverse en los reducidos espacios de la ciudad. Como contrapartida su dirección es verdaderamente elogiable no solo por su gran radio de giro sino por su suavidad, lo que nos hará olvidarnos de sus dimensiones, aunque estas no se puedan ocultar en algunas circunstancias o al pagar el estacionamiento.
Otro de los aspectos que la hacen ser un auto capaz de ser un buen aliado en la ciudad es su transmisión automática del tipo CVT (disponible en esta versión Limited probada) donde el paso de los cambios será imperceptible y mejora notablemente el confort de marcha para los ocupantes. Es de cinco marchas y con la posibilidad de manejarlas secuencialmente desde las paletas ubicadas detrás del volante, lo que le otorga un dato deportivo a la versión.
Su motor, un cuatro cilindros dispuestos en forma opuesta (tipo Boxer, típico en la marca) es de 2.5 litros y 167 caballos de fuerza que lo desplazan suavemente en terrenos firmes de ciudad y de ruta y que a velocidades constantes y no muy elevadas logra el placer e insonorización a los ocupantes gracias a que su motor viaja relajado. No es particularmente rápido (la versión de seis cilindros, 3.6L y 357 caballos tiene una agilidad mayor y una mejor relación peso potencia) y ello se nota al momento de pedirle aceleraciones veloces, donde se lo notará un tanto pesado.
Pero que ello no confunda al lector, no estamos diciendo que tiene poca potencia o que no es capaz de sobrepasar en ruta o acelerar ante una situación adversa y salir airoso, solamente aclaramos que no tendrá rendimientos deportivos para aquellos que esperan encontrarse con una vehículo más rabioso. Por otro lado, los consumos de combustible son contenidos.
Un aspecto sorprendente es la forma en que dobla. Gracias a la tracción integral y a la distribución de pesos bien lograda, el Outback dobla de una forma extremadamente eficiente hasta en curvas cerradas tomadas cierta velocidad lo que, a priori, uno imaginaría que debería tener una tendencia mucho mayor a sacar la cola del auto hacia afuera lo que no sucede.
Uno de los aspectos más logrados es el de su espacio interior, sobre todo el de las plazas a traseras. El Outback no solo es ancho y puede albergar a tres adultos cómodamente, sino que estos tendrán holgura respecto del techo y, sobre todo, un espacio pocas veces visto para las piernas, donde no tocarán con las rodillas las plazas delanteras. Además posee su propia salida de aire para generar su microclima. Por su lado, el portón trasero da entrada a un espacioso baúl que puede transportar varias maletas sin inconvenientes.
Por su lado, otro punto alto es el de su calidad. Tanto el cuero de los asientos, los plásticos y gomas y los materiales en general son de buen factura y se evidencian al solo tacto, lo que da una sensación agradable a sus habitantes ya que no es siempre común encontrarse con esos elementos. A su vez el diseño interior es sobrio pero moderno y funcional con una importante consola que domina la escena en tono gris titanio.
Beneficia la comodidad el hecho de evitar el tradicional freno de mano en el centro de las dos butacas delanteras –el que es electrónico y se encuentra al lado de la puerta del conductor-, dando espacio a siempre bien recibidos portaobjetos para celular, monedas y otras cosas que siempre son difíciles de ubicar.
Su equipamiento general es bueno y elevado, aunque sí debemos reprocharle algunos faltantes que creemos no pueden faltar en un vehículo de este valor como ser el bluetooth, el cierre de las trabas de puertas automático con la marcha, el puerto auxiliar USB, el limpiaparabrisas y las luces de encendido automático o el espejo retrovisor automático para noche y día.
Por el otro lado, sus elementos de seguridad, la trayectoria del probado modelo, cierto equipamiento de confort (como los asientos eléctricos con tres memorias para el conductor o el control de descenso en pendientes) y su extraordinaria garantía de 5 años o 100.000 kilómetros hablan a las claras de su confiabilidad general y que Subaru fabrica sus autos para ser durables, lo que demuestran sus seguidores y compradores de siempre.
En la balanza final el saldo es positivo y será un auto o una camioneta de uso diario capaz de satisfacer la necesidades de una familia sin tener que contar con una camioneta tipo SUV, pero con alma de verdadero todoterreno.