Test: Ford Fiesta One

Transformado en versión de arranque a la gama Fiesta, mantiene la esencia del modelo que ya fue reemplazado y mejora algunos aspectos que mantienen su vigencia.

Pruebas | conduciendo | 09/09/2013 | Compartir

El lanzamiento del nuevo Ford Fiesta se ha hecho con bombos y platillos. Han incorporado nuevas tecnologías, elevado nivel de equipamiento y la marca se ha esmerado en obtener un diseño atractivo para que sea vendido a nivel global.

Pero, mientras tanto, el Fiesta como lo conocemos hasta ahora seguirá vigente en nuestro país para poder seguir compitiendo con modelos de otras marcas, que también han encontrado su reemplazo, como el Volkswagen Gol Power o el Peugeot 206. Es decir desdoblan el segmento de los pequeños en una línea de entrada y en otra Premium.

Sobre esta base Ford se encargo de remozar un poco al viejo vehículo y darle un frente más agresivo y actual, además de modificarle ciertos detalles que no cambian demasiado el espíritu general. Sobre todo en sus ópticas delanteras estos cambios le sientan bien al modelo que ahora es más agresivo.

Respecto al interior se han reconfigurado algunas cosas. Luce un diseño de tablero más moderno y bien logrado, con un aggiornamiento que le sienta muy bien y es uno de los aciertos en este face lift. A su vez mantiene un buen diseño de volante y una consola central de importantes dimensiones que hace presumir de mayor nivel a su habitáculo. Particularmente no hemos notado una excesiva utilización de materiales de baja calidad en sus plásticos, como suele suceder algunas veces en este tipo de vehículos, lográndose un buen acabado general.

Por su parte es interesante la disposición y cantidad de portaobjetos que se han dispuesto, que siempre son cómodos y eficaces para llaves, celular y otros elementos que sino tienden a deambular por el vehículo sin lugar fijo. Respecto a sus butacas no hay muchos cambios y se mantiene la estética que no suma ni resta a esta nueva era.

El asiento del conductor logra una posición adecuada, tanto en relación al volante como a la palanca o el acceso a los comandos, aunque la banqueta puede resultar un tanto corta para personas altas. El espacio para los pasajeros de las plazas traseras es uno de sus aspectos más destacados, pues pueden viajar adultos sin sentirse más ajustados que en un sedan, logrando una habitabilidad muy superior que otros autos de igual gama. Obviamente que esto impacta en el tamaño del baúl, que es verdaderamente chico aunque sirve para la finalidad citadina con la que es construido el automóvil.

Su motor es el conocido naftero, 1.6 litros que eroga casi 100 caballos. Acelera con reacción cuando se lo requiere y sus neumáticos y amortiguaciones aseveran que no se trata de un auto muy duro. Si bien no posee prestaciones acotadas, obviamente que al salir a la ruta no se encontrará en su lugar por esencia, porque está destinado para ser un objeto de ciudad. Pues ello se evidencia con uno de sus mejores atributos, que es su dirección, la que se encuentra perfectamente asistida, siendo muy blanda y, además, con un interesante radio de giro.

Contrariamente a lo que podía imaginarse con la llegada del Fiesta Kinetic Design, no se ha apresurado la definitiva salida del viejo modelo sino todo lo contrario, esto le ha dado nueva vida para apuntar a un nuevo público, mantenerse vigente con pequeños cambios y a un mejor precio.