Test: BMW X6 M
El 555 no es un número que identifique a los metros de altura de un edificio o a la cantidad de personas que concurren cada fin de semana a un espectáculo teatral. Se trata, nada más y nada menos, que a la potencia máxima que desarrolla el X6 M.
Si al aspecto que domina a esta mezcla de camioneta y coupé le sumamos la preparación especial que le ha otorgado el equipo M –encargada en la marca bávara de desarrollar los modelos más deportivos de su línea- podemos considerarlo uno de los vehículos más potentes del mercado y más espectaculares que se puedan ver en las calles.
Su porte es impactante y su figura distinta a todo lo conocido, pero su potencia deja sin aliento a cualquiera. Es cierto, este X6 pesa más de dos toneladas, pero ello no alcanza para opacar semejante motor. Tengamos en cuenta que, por ejemplo, un auto del TC 2000 apenas supera los 300 caballos de fuerza, es decir más de 200 CV de diferencia, lo que equivale a un coche de calle muy potente en esa brecha.
Tal es esa potencia que, experimentar su conducción, llevará a quién guste de estos aparatos infernales a no querer bajarse de la explosiva X6 M. Adrenalina pura es lo que correrá por las venas al acelerarla al máximo, para sentir y oír la música que emite su corazón. No exagero si digo que cada vez que el auto es puesto a prueba, empujando el pedal derecho a un régimen medio de su motor, las espaldas de sus ocupantes serán pegadas al respaldo de inmediato provocando el efecto “avión” que da la impresión de despegue.
Si a esas maravillosas cualidades le agregamos una caja excepcional terminamos por configurar un bólido que será considerado épico para todo aquel que lo pueda conducir aunque sea por un rato. Es que la transmisión secuencial (que se maneja a través de la palanca o de las levas que se encuentran detrás del volante), posee un rendimiento que solo resultará comparable con el de los autos de competición. El paso de los cambios se produce a una velocidad tal que el auto nunca deja de rendir, salvo por unas milésimas de segundo imperceptibles para el ser humano. Vale la pena experimentar la forma en que el cuentarrevoluciones se trasporta a un ritmo increíble, pero con una firmeza y precisión que asombra.
La electrónica, por su lado, es incorporada en todos los aspectos dinámicos del vehículo, haciendo del mismo un seguro e “inteligente” lector del camino, la velocidad, la tracción, etc.
Por lo demás, si al bajar del auto a uno le queda tiempo para la admiración, se puede apreciar una gran belleza de formas, ruedas traseras (son más grandes que las delanteras) de un ancho descomunal (315´´), llantas 20´´, cuatro caños de escape que no solo suman a su estética deportiva sino que hacen su trabajo.
El interior es del típico estilo BMW, buena calidad sin excesos de lujos, sino mayor predominio de la deportividad. Obviamente que su equipo es más que completo y no tendría sentido describirlo, pero se destacan el DVD para las plazas traseras y el sintonizador de TV que puede ser visto en la pantalla delantera.
Por último algunos datos: su velocidad se encuentra limitada electrónicamente a 250Km/h. aunque la supera; acelera de 0 a 100Km/h. en apenas un poco más que 4,5 segundos; sus 8 cilindros y 4,4 litros hacen que el consumo se desborde por las nubes (pudiendo superar los 20 litros cada 100Km) cuando el motor es exigido, pero a pocos podría importarle esto ante tanta diversión y, sobre todo, sabiendo que para poseerla habrá que desembolsar unos U$S 190.000. No caben dudas, los mayores placeres siempre son caros.