Mecafilia, sexo y automóviles
Definida como la atracción sexual y afectiva hacia máquinas como los coches, se trata de un vínculo que va mucho más allá del simple amor por el cosmos automotor.
Que un rayón en la pintura sea el fin del mundo, prohibir a los pasajeros ingerir cualquier tipo de alimento a bordo para mantener el tapizado idéntico al día en que salió del concesionario, e incluso hablarle a él como si se tratase de una persona y no de un automóvil; son algunas de las actitudes que aúnan a los amantes de los coches más extremistas y no tanto: en diferentes grados, todos queremos y cuidamos a nuestro auto.
Pero siempre se puede ir un poco más allá. Incluso los más fanáticos se sorprenden ante el caso de Edward Smith, un ciudadano de Washington que se define a sí mismo como mecafílico. En un documental de la emisora Channel Five de Inglaterra, este hombre admitió que mantuvo sexo con más de mil coches y que una de sus grandes hazañas (o amoríos, quién sabe) fue un helicóptero de la reconocida serie »Airwolf», también conocida como »Lobo del aire».
Este hombre admitió que no siente vergüenza por su inclinación sexual y que es un hábito que mantiene desde los quince años. Entre sus vehículos preferidos aparecen el Ford Ranger Splash modelo 94, el Opel GT de 1973, aunque su preferido es el Volswagen Beetle.
Lejos de bromas y detalles excesivos al respecto, es válido mencionar que este comportamiento se inscribe dentro de las parafilias, patrones sexuales en los cual la fuente de placer no se encuentra en las relaciones culturalmente tradicionales. En este caso se trata de la atracción sexual por las máquinas; los coches suelen ser los más elegidos aunque entre los objetos de deseo también figuran motocicletas, bicicletas y aviones. Según detalla el investigador Eric Hickey en “Crímenes sexuales y parafilias”, en algunos países esta actividad es considerada un delito y quienes lo ejercen pueden ser juzgados como delincuentes sexuales.
Sexo con autos, no es lo mismo que sexo en el auto, un actividad más difundida y que muchas parejas eligen a la hora de experimentar fuera de casa, o cuando la billetera no alcanza para pagar un hotel.