Test: Land Rover Freenlander2

Robusta y de buen comportamiento en todos los terrenos, es la opción de entrada a la gama de una marca que cada día se consolida más como constructor de camionetas de lujo.

Pruebas | conduciendo | 15/10/2013 | Compartir

Si existe una marca que ha evolucionado radicalmente en los últimos tiempos es Land Rover. Sin perder su estilo, mejoró y convirtió en verdaderos vehículos de lujo a sus camionetas que son actualmente los mejores exponentes de su segmento. En los últimos tiempos ha revolucionado el mercado con su excepcional modelo Evoque.

La Freelander tal vez sea el modelo que menos ha evolucionado. En su momento se trató de un producto que le valió a la marca su ingreso al país, gracias a sus buenas prestaciones off road, su tamaño apto para ciudad, buen equipamiento y un precio más accesible. Desde aquel entonces han pasado unos cuantos años hasta ver la luz a la versión Freelander 2, que en realidad se trata de un lavado de cara y no de una nueva generación.

En esta nueva etapa la marca se ocupó de remozar por completo el frente, dándole una imagen similar a los modelos más grandes, con la parrilla típica y leds que le dan su aspecto personal. Lo mismo sucede con la parte posterior, con nuevas ópticas y otros cambios menores. En su lateral casi no cambia nada de la original Freelander.

En cambio el interior sí ha sufrido mejoras sustanciales y adopta la estética general similar del resto de la gama más grande (excepto la Evoque). Allí se destaca una consola central amplia y robusta con comandos y, sobre ella, una pantalla táctil multifunción de siete pulgadas. El tablero de diseño típico Land Rover ofrece una computadora central de generosas dimensiones que se comanda desde una volante moderno y con múltiples botones. En general el equipamiento es elevado y varía según versión S Plus y las más completa HSE.

Destacamos el confort y estética de sus asientos de reglaje eléctrico, de cuero y ponderamos la existencia de apoyabrazos independientes que se regulan en altura, permitiendo su uso real y mayor confort de los ocupantes delanteros. En ellos la posición de manejo es elevada (más que en otros autos de su tamaño y por ello incorpora estribos) y el confort está asegurado. Al tener freno de mano electrónico permite que los espacios portaobjetos en el centro de las dos butacas sea importante, donde también se encuentran las tomas de 12V y auxiliares.

Probablemente las plazas posteriores no tengan la mejor habitabilidad de su segmento, donde tres personas encontrarán un lugar suficiente pero no holgado para las piernas y sin salidas de aire acondicionado para esa fila de asientos. Por su lado el baúl no es amplio debido a que el gran volumen que ocupa el capó hace mermar el espacio interior y de carga.

El motor a primera vista pareciera pequeño para un vehículo de estas características (2,0l), sin embargo sus 200 caballos de fuerza los llevan holgadamente y no decepciona sino que cumple tanto en ciudad como en ruta con un comportamiento realmente suave, progresivo y bien insonorizado en la cabina. En general la potencia resulta suficiente para todos los requerimientos, si bien no es una camioneta necesariamente veloz, sí responde rápidamente a la demanda del conductor.

La caja de seis marchas colabora con el rendimiento ya que se encuentra bien relacionada, los pasos de los cambios son suaves y la demanda de potencia es rápidamente receptada por la transmisión, que también se pude conducir con pasos secuenciales para un manejo más deportivo y personal.

Otros dos aspectos destacados son por un lado su dirección -de no muy amplio radio de giro- siempre precisa, suave y agradable de conducir y, por el otro, una suspensión que trabaja con eficiencia, equilibrada que permite desempeñarse en todo terreno sin desentonar en ninguna parte; sobre todo en ciudad se desplaza confortablemente.

Pero si de Land Rover se trata su valor agregado se encuentra en las capacidades reales of road, pues para ello nació la marca. Y allí es donde su atractivo reluce, porque la marca supo brindar equipamiento, confort y lujo, pero nunca desatendió su costado más aventurero derivado de la mítica defender. Allí marca la ventaja necesaria y conquista a quienes necesitan un vehículo para la ciudad pero le dan un uso real fuera de ruta.

La Freelander 2 tiene un costo elevado, a lo mejor un poco más alto que sus posibles competidores, pero la marca y sus cualidades le otorgan un plus que muchos fanáticos están dispuestos a pagar por la experiencia y el equilibrio que logra en cada uno de sus modelos Land Rover.