Nuevas sensaciones de la Volkswagen Amarok TDi 2.0 AT
Más allá de su atractivo exterior, la flamante camioneta de la firma alemana se destaca por su andar similar al de un automóvil y por la comodidad que disfrutan los pasajeros dentro de la cabina.
Luego de experimentar las capacidades de la Volkswagen Amarok Automática en los ripios de las sierras cordobesas, en las zonas más urbanizadas de la Capital Federal y en los grandes médanos de Pinamar, en Conduciendo.com nos tomamos la libertad de volver a ponernos detrás del volante para poder afirmar que, más allá de ofrecer las características estéticas de una camioneta robusta, dispone de varias de las cualidades de un automóvil.
Si bien históricamente los vehículos sólo se encasillaban en una categoría por su tamaño o su forma, el avance de la tecnología generó que aquellos viejos estereotipos no sean tan rígidos y permitan observar al mercado con mayor versatilidad.
El primer punto que puede justificar las similitudes entre la Amarok y un representante del segmento B o C es el espacio interior. Un total de cinco personas -con una estatura promedio de 1,70 metros- fuimos quienes nos ubicamos de forma cómoda en las amplias plazas de la cabina para recorrer poco menos de 1.000 kilómetros por las rutas argentinas.
Al margen del lugar, poder regular la posición del respaldo y la altura de las butacas delanteras provocó que los que viajaron en la zona posterior puedan encontrar más fácil una buena ubicación. El único aspecto en contra en este sentido fue que por culpa del paso central, quien estuvo en el medio tuvo alguna que otra dificultad para ubicar sus piernas.
Puede que la posición de manejo no sea de estilo deportivo como en un compacto, pero tener al alcance de la mano los comandos de la radio, del control crucero, de los alzacristales, del climatizador y de los espejos exteriores eléctricos; hacen que uno se olvide que en realidad está a bordo de una pick-up. Del mismo modo, ya sea por la buena calidad de los materiales y las terminaciones, como por los refinados tapizados de cuero, las sensaciones remiten a un automóvil de gama mediana-alta.
En materia tecnológica, a pesar de la reciente inclusión del sistema de sonido doble DIN con MP3, puerto USB, ranura para tarjetas SD, conexión auxiliar y kit manos libres Bluetooth; creemos que no hubiese estado de más incluir, al menos en la versión tope de gama, una computadora de viaje; sobre todo sabiendo que la Ford Ranger y la Toyota Hilux -principales competidores- la tienen. -ver ficha-
Oculto debajo del capó está uno de los dos elementos mecánicos que fomentan la cercanía que existe entre una Amarok y un sedán o un hatchback. El motor de 2.0L TDi de 180 caballos y torque de 420 Nm a 1.750 rpm con tecnología genera una conducción silenciosa, dinámica y, como si fuera poco, de bajo consumo de combustible. La otra pieza clave, y que actúa como coequiper ideal, es la caja automática de ocho velocidades de última generación, que tiene un paso de marcha casi imperceptible y provoca un andar relajado.
Por razones obvias la estética es la parte donde mayores diferencias hay entre la Amarok y un representante del segmento B o C. Sin embargo, no hay que dejar de tener en cuenta que el mismo lenguaje de diseño que Volkswagen utilizó en viejos Gol, Voyage y Fox, es el que porta esta camioneta; donde los faros delanteros son de tipo trapezoidal junto con la parrilla forman el atractivo rostro y simple de reconocer, más allá de la distancia.
Por todas estas razones nos animamos a entrar en este juego de segmentos y fundamentamos la idea de que la Amarok es una pick-up mixta que puede adaptarse sin inconveniente alguno desde las necesidades de un trabajo de carga hasta las del uso diario en una poblada ciudad.