Mirada de mujer: Qué valoran ellas de un 0 km.
Un repaso, subjetivo por cierto, en torno a nuestras preferencias a la hora de elegir un vehículo nuevo. Aspectos que nos diferencian de los hombres.
No caigo en el vicio sexista al afirmar que nosotras no miramos lo mismo que un hombre al momento de acercanos a un automóvil cero kilómetro. Las diferencias no se traducen en ignorancia femenina ni, por contrapartida, en grandes conocimientos por parte de los caballeros. Lejos de ello, hablo de preferencias definidas por el uso, por la experiencia personal y por las necesidades particulares, disímiles entre hombres y mujeres.
Todos tenemos en la mente nuestro vehículo ideal y, cotejando nuestras posibilidades económicas, tanto hombres como mujeres valoramos los niveles de confort, la tecnología que incorporan, la potencia de su motorización, el bajo consumo de combustible y el equipamiento de seguridad, entre otros ítems. Sin embargo, muchos otros factores (verdaderos detalles, algunos) son contemplados por nosotras a la hora de comprar un vehículo, nuevo en este caso.
Un aspecto en el cual las mujeres solemos posar nuestra atención -acaso en mayor medida que ellos- es la comodidad que el automóvil ofrece para todos los miembros de la familia. Si tenemos niños pequeños, antes de la compra consultamos en torno al uso de los agarres para las sillas especiales, los cuales deben estar incorporados en la oferta de todos los vehículos del mercado. Si nuestra familia es numerosa, privilegiamos los habitáculos generosos incluso por sobre la estética general del automóvil. »Es cierto, un sedán es mucho más bonito que un station wagon, pero éste último es mucho más conveniente para nosotros», le dije a mi esposo hace un tiempo. Renegando, él terminó por hacerme caso.
Ahora bien, si no tenemos familia y solemos viajar solas u ocasionalmente acompañadas, preferimos los automóviles pequeños, con poca distancia entre ejes. Aunque ya se ha derribado el mito que afirma que las mujeres no sabemos estacionar, es cierto que entre la oferta preferimos (siempre en términos generales, ¡no me acusen de machista!) los modelos más dóciles para esta tarea.
Consulté entre mis amigas: ¿Qué nos diferencia de ellos a la hora de elegir un cero kilómetro? Una de ellas dio en la tecla cuando estableció una analogía entre los autos feme y nuestras carteras. »Deseamos llevar todo en ellos», afirmó. Maquillajes, perfume, toallas húmedas, pequeños espejos, la agenda, pañuelos, pastillas… para todo debe haber espacio. En este sentido, es súper cierto que nos gustan los vehículos con generosos compartimentos, buen maletero y cuantiosos portaobjetos en el habitáculo ¡y preferentemente accesibles desde la butaca de la conductora!
Otra de mis amigas habló del buen tacto y ello también me pareció interesante. Dijo que las mujeres adoramos que los componentes del vehículo (el volante, la caja de cambio, las telas, el tablero) sean agradables cuando se les toca. Aseguró que pocos hombres valoran este aspecto. Coincido con ella. Luego dijo: »Las mujeres somos muy competitivas y también lo somos con nuestros automóviles, siempre queremos uno mejor que el de nuestras amigas». Vuelvo a coincidir, aunque no me explayaré sobre este punto, temo por las eventuales represalias.
En definitiva, nuestras necesidades de mujer parecen decir: »Dime cómo eres y te diré que vehículo prefieres». Y más allá de el pecado de la generalidad, las mujeres compartimos una esencia en común, también al volante.